Cosas a evitar al relacionarnos: Las migajas de pan

¡Hola de nuevo, gente curiosa por las relaciones! ¿Cómo va todo? Espero que os hayáis preparado bien, porque os traigo un tema muy manido en blogs sobre emociones y relaciones, pero con un novísimo enfoque: El que relaciona esta práctica con el amor, y el amor sale mal parado. Nada más ni nada menos que las migajas de pan.

Empecemos por el principio ¿Qué es dar migajas de pan, en el sentido emocional? Esta forma de manipulación y maltrato consiste en dar falsas esperanzas a una persona enamorada cuyo vínculo no tenemos intención de afianzar. Para hacerlo más cruel, esas esperanzas no son explícitas, sino implícitas: Escribir de cuando en cuando un mensaje, dejar algunos «me gusta» en las redes sociales… Pero cuando la persona manipulada intenta aclarar expectativas o identificar la relación con preguntas como ¿Quieres estar conmigo? ¿Qué somos? ¿Qué sientes por mí? las respuestas son imprecisas, vagas, ambiguas. El detalle que lo convierte en un maltrato: Cuando esa persona, dolida por el abandono y la carencia emocional, hace el amago de irse, se le vuelve a contactar para que no se marche. Es decir, se da lo mínimo para que no se desenganche, pero menos para que sea insatisfactorio y la relación no progrese. Es estar un día sí y al siguiente, no.

Patético ¿verdad? Pero ¿y si pudiéramos desentrañar por qué sucede esto? ¿podríamos analizar lo que ocurre en el amor para impedirlo?

El amor surge prematuramente cuando dos personas se conocen; si no justo al momento, al poco tiempo. El ser amado todavía no ha hecho «nada» para que le amemos, no ha sido necesario: con la fascinación basta. Pero son eso, meras ilusiones. Esa persona no nos ha cuidado, no existe una base real para nuestro cariño. Son castillos en el aire, promesas, campaña electoral. Nos convertimos en vulnerables a este maltrato por ese detalle: Todo ese romance está en nuestra cabeza. A la que nos vibra el móvil con un mensaje, de nuevo imaginamos una vida junto a quien nos escribe. Como el amor no se fundamenta en nada sólido y maximiza cualquier minúscula muestra de afecto, nuestra mente es nuestra peor enemiga: Interpretamos el mensaje, nos montamos nuestra película y revivimos la ilusión. Sí, nos ilusionamos voluntariamente; nadie puede tratarnos así si no se lo permitimos. Pero estamos demasiado ciegos/as/es amando el amor como para salir de esa trampa. Una vocecita nos aconseja que nos retiremos, que escapemos, pero nos sentimos mal porque la sociedad nos ha inculcado a fuego que lo peor que podemos hacer es dejar escapar al amor de nuestra vida. Y preferimos malgastar años y hundirnos en el dolor antes que abandonar esa esperanza de que a lo mejor tendremos amor.

¿Sabéis qué os digo? Que la vida no está pensada para esperar ni para aceptar migajas, con la de experiencias que nos ofrece. Yo elijo invertir todo ese cariño y confianza para mí misma y para los seres que ya llevan meses o años aportándome elementos positivos. Venga el frío análisis y a tomar por saco el amor, que nos llamen «vacías» o «sin corazón». Si tener corazón significa permitir que jueguen conmigo o autodestruirme en las garras de manipuladores/as, alegremente no lo tengo. Al no enamorarme, soy dueña de mi vida.

¿Alguna vez os ha pasado esto? ¿Conocéis a alguien en esta situación? Pásadle este post para que se libere.

¡Adiós!